IT-ESP
IT Sicuramente era l'ultima giornata nel suo lavoro; e dico sicuramente poiché non lo so. Andava per la strada che tanti giorni aveva preso e pensò che poteva iniziare a mangiare. Un pranzo inusuale. Seduto sul marciapiedi, vicino al semaforo, Tirò fuori dallo zaino che portava con sé una pentola fumante. Mangerebbe così la menestra che qualcuno, forse lui, aveva preparato per lui.
All'improvviso pensò che per quale ragione doveva mangiare sulla strada. La sua casa continuava a tenerla e si trovava solo a tre minuti. Ci poteva andare.
Prima di arrivarci entrò in un piccolo negozio - a tre piani ma piccoli nonostante - ma non comprò nulla. Quando ne uscì se ne accorse che lo zaino non lo portava più, niente zaino, niente zuppa,... neanche la sua borsa a tracolla non c'era più. Rientrò nel negozio ma il commeso non aveva visto niente. Uno zaino con una pentola...? una borsa di uomo a tracolla...? Qui non l'ha dimenticata, non se ne parli più!
Allora si trovava perduto, solo, in assoluto isolamento... Ma subitamente se ne accorse che lo zaino ce l'aveva e anche la borsetta a tracolla, non c'era la pentola, la pentola non sembrava che fosse stata mai nello zaino...
Aveva di nuovo il telefonino... Sua madre potrebbe chiamarlo che lui prenderebbe il telefono. Anzi, la chiamerebbe lui per dirle che tutto era a posto e che veniva a casa subito.
ESP Cuando salió del trabajo sabía que era la última vez que lo haría. Estuvo andando por la acera unos minutos y de la mochila que llevaba sacó una olla, una olla caliente con una sopa humeante que se disponía a tomar allí mismo, al lado de un semáforo. Total, cualquier sitio podía ser bueno.
Cuando iba a tomar la primera cucharada se dijo que no había necesidad de ello, que su casa estaba en realidad a un par de minutos y que podría llegarse y tomar allí la sopa calentita.
En el camino a casa entró un momento en una tienda llena de cosas, cositas y más cosas, todo muy amontonado, una tienda pequeña a pesar de ocupar dos plantas. Salió sin comprar nada y entonces se dió cuenta de no llevar ya la mochila en la espalda y que tampoco llevaba la pequeña bolsa a bandolera que le era inseperable. Contrariado, entró de nuevo en la tienda esperando ver al menos la mochila en el suelo o algún otro sitio junto a su bolsa... Pero no vio nada y el dependiente tampoco estaba por la labor de decirle si había visto o no en los últimos minutos sus pertenencias y que alguien las hubiera cogido. ¡Que no, que aquí no se ha dejado nada!
Un sentimiento de desolación y abandono absoluto es lo que sintió al volver a salir a la calle, no podía siquiera llamar a nadie ni entrar en casa si decidiera finalmente llegarse a la misma.
Pero algo sucedió, o mejor dicho, como sin suceder nada apreciable, la mochila volvía a estar en su espalda, así como su bolsita personal; estaban en su sitio sin que tampoco hubiera la sensación de que no hubieran estado antes. Solo la olla faltaba, aunque no parece que tampoco la echara de menos, como si nunca la hubiera llevado, ni olla ni sopa calentita, ni nada.
Llamaría a su madre, no fuera que ella le hubiera llamado mientras no tenía consigo sus cosas - tampoco el móvil - y se hubiera intranquilizado. Le diría que todo estaba en su sitio, que enseguida llegaría a casa.
PODI-.
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