podi és podi

giovedì 27 novembre 2008

El Cable



Pongo un pie en el cable y ahora el otro. Es rígido y tenso y ahora ya no puedo dar marcha atrás. Estoy encima del cable; sólo puedo avanzar, intentando mantener el equilibrio... ¿intentandolo sólo? he de mantenerlo a toda costa. Arriba y abajo, oscuro, totalmente oscuro. Derecha e izquierda, oscuro, igualmente oscuro. Únicamente puedo ver el cable, iluminado no sé si desde fuera o de manera intrínseca, ahora no estoy para investigaciones de este tipo; sólo puedo permitirme como única preocupación mantener el equilibrio.


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Parece más sencillo que en lo que un principio sospechaba, pero no debo bajar la guardia, porque el miedo a caerme está como en el primer minuto. ¿Quién me metió aquí? no sé; aparecí, pero no sé cómo. ¿Dónde estaba antes? sólo recuerdo haber puesto un pie en el cable y luego el otro. Antes...


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El cable es muy recto, no tiene curvas. Lo único que se me ocurre es dar pasos a través de él ya que quedarse parado me parece sumamente peligroso, ya que por el hecho de estar parado mi situación no sólo no parece mejorar sinó que entiendo que podría empeorar fatalmente. Hay que moverse, pues, con los brazos extendidos parece que es mejor, alejando y acercando mis manos a mi centro de gravedad a conveniencia de la situación concreta en la que me estoy encontrando segundo a segundo.


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Ahora veo otro cable que se cruza al que yo voy caminando y lo hace más o menos perpendicularmente, aunque no exactamente así. Se me presenta una disyuntiva, según veo. O continuo avanzando por el cable por el que voy o cambio de cable. ¿Qué hacer?


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No lo veo claro. Sí que es cierto que ya estoy harto de dar pasos en mi cable, siempre es lo mismo, es decir, nada, oscuridad y cable hacia adelante (hacia atrás es impensable). Ahora podría cambiar de cable aunque nada me garantiza que no sea más de lo mismo; es otro cable igual al mío, con la misma luminosidad que el mío y rodeado de la misma nada que el mío; sin embargo, si no cambio, no puedo saber si será así todo el rato. ¿¿¿Cambiar de cable??? si voy la mar de cómodo en el que estoy ahora,... bueno, sin exagerar, sigo con el miedo a la caida, pero más o menos tengo cogido los truquillos del equilibrio, pero si ahora cambio... es realmente un riesgo ya que, de entrada, he de adoptar una postura nueva para mí, si quiero hacer el transbordo; tendré que retraer algo los brazos para cambiar de posición y eso podría tener consecuencias irreparables.


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En el próximo cruce lo decidiré, porque si me he encontrado con otro cable, no tendrá que ser el único "otro cable" de este universo raro en el que me encuentro; habrá otros, ¿no?.


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¿Y si viniera alguien frente a mí? buuufff. Eso sí que estaría mal. Tendría que echarlo. Tendría que echarlo antes de que él me echara a mí, porque claro, intentar cruzarnos... no, no, de cruzarnos nada, imposible, caeríamos los dos o, aunque tan solo cayera uno de nosotros, si ese uno soy yo... no; tendría que estar dispuesto a echarlo sin negociación alguna; claro que a lo mejor mi cable es solo mío y entonces he hecho bien en no cambiar de cable porque si me cambio a otro y ese otro cable ya tiene a alguien... pues tampoco sería muy grave. Sólo sería malo si ese alguien viniera en la dirección opuesta a la que fuera yo y viniera hacia mí, en otros casos, el problema no existiría, ya que yo no tendría conciencia de ello. En realidad, es posible que mi propio cable esté atestado de gente que va en mi misma dirección y con los que, simplemente, estoy manteniendo una cierta distancia. En este caso, también existe un peligro, y si no existe puede que exista; sólo por el echo de pensarlo, ya existe: se trata de que es extremadamente improbable que, de haber varias personas en el mismo cable caminando en la misma dirección, todos llevemos la misma velocidad. Vamos; seguro que no la llevamos, y eso quiere decir que, tarde o temprano, nos acabaremos pillando.


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¿Cuándo puede ocurrir eso? no lo sé. Depende de las diferentes velocidades que llevemos todos. Puede que sea en dos minutos o en trescientos años. Si eso ocurriera, lo mejor es encontrarse a alguien delante tuyo; entonces sería fácil: le empujas y problema resuelto. Lo malo malo es que me pillen a mí por detrás, porque probablemente también intenten empujarme. ¿Puedo hacer algo al respecto? creo que sí. De entrada, he de intentar llevar una velocidad mayor a mi posible "perseguidor", para intentar que no me pillen. Esto empieza a complicarse, porque aunque no entraña tanto riesgo como el cambio de cable, se trata de un cambio de ritmo y en esa operación podría desestabilizarme y... buff... una preocupación más en este mundo de dos cables, por lo menos, rodeados de nada negra.


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Claro que si me encuentro a un lento delante mío, no tengo porque tirarle. Con bajar mi ritmo y acoplarme al de él ya estaría, a no ser que fuera excesivamente lento y ello no me permitiera mantenerme en equilibrio sobre el cable. Además, aunque pudiera mantener el equilibrio, correría el peligro de que alguien viniera por detrás y encontrase nuestro ritmo peligroso para su estabilidad y decidiera empujarnos. Nada, nada, al posible lento de delante mío tendría que empujarlo, más que nada para asegurarme con todas mis fuerzas que estoy alejándome lo más posible de mi hipotético perseguidor.


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¡Qué fácil me parece ahora la disyuntiva de cambiar o no de cable!, pero claro, es totalmente irreal, porque no contaba con la posibilidad de más gente.


ec

Y si me caigo, ya sea porque me empujen o pierda el equilibrio, ¿qué? ¿qué pasaría? No tengo ni idea. No sé si debajo mío hay 20 centímetros o 1000 kilómetros o qué. En todo caso, parece razonable querer permanecer en el cable como forma de supervivencia. Estando aquí, sé que estoy, con miedo a caerme pero estoy.


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Por otra parte, si voy aumentando mi ritmo por miedo "al de detrás", que a lo mejor ni existe, acabaré corriendo por el cable y cuando me encuentre con un lentillo delante, ¿seré capaz de verlo a tiempo y poder frenar o chocaré directamente con él y caeremos los dos?


ec

Repito: ¿cómo he venido a parar aquí?

-.

PODI-.

Arriba-abajo (administración kafkiana)


ESP

-Buenos días.

-Buenos días, ¿qué desea?



-Sí,... querría presentar esta solicitud. Me han dicho que es aquí.



-Bueno, es en el piso de abajo.



-¿Abajo...? ¿cómo voy?



-Ha de bajar.



-Sí..., pero, ¿por dónde?



-Por el mismo sitio por el que ha subido, pero en vez de subir, para bajar, tiene que encarar las escaleras al revés; es decir, a cada paso que dé, debe de haber descendido un peldaño. Así, hasta llegar al piso de abajo.



-Ya... Entonces, ¿no es aquí?



-No. No es aquí.



-Pero me dijeron que era aquí.



-Le dijeron mal, entonces.



-La persona de abajo me dijo que debía de subir arriba.



-Sí claro, subir es siempre hacia arriba, ¿no?



-Pues eso es lo que he hecho: subir.



-Ya lo he visto.



-¿Entonces...?



-Entonces, ¿qué?



-Uno de los dos está equivocado.



-¿Qué dos?



-O usted o la persona de abajo.



-Desconozco las razones por las que la persona de abajo le dijo que viniera usted a arriba.



-Porque le dije que quería presentar esta solicitud.



-Ah... Pues o bien le indicó mal o bien le entendió a usted mal o bien usted le entendió a él mal.



-Era ella...



-Era ella, ¿...quién?



-La persona de abajo.



-La persona de abajo era ella... ¿y...?



-Que no era él.



-¿Quién no era él?



-La persona de abajo.



-Ya lo sé; me lo acaba usted de decir.



-Ah..., pensé que no nos estábamos entendiendo.



-Nos estamos entendiendo perfectamente, ¿no? Así pues, ¿qué opción escoge?



-¿Opción? ¿opción de qué?



-Le indicó usted mal a ella sobre lo que quería, ella le entendió mal a usted o usted le entendió mal a ella...



-¿Sobre qué?



-Sobre lo que le preguntó a ella.



-Yo le pregunté bien.



-Pues entonces le quedan dos opciones; elija.



-También puede ser que usted me entendiera mal.



-Le dije hace un momento que nos estábamos entendiendo a la perfección y usted no me objetó lo contrario, así que ¿a qué viene ahora introduciendo un elemento nuevo que ya habíamos previamente descartado?



-Perdone, no quise enredar la conversación.



-Pues está empezando a hacerlo. De momento, parece que está intentando no responderme a qué pudo fallar en la comunicación con la persona de abajo.



-Oh... lo siento, lo siento. Quizás me entendió mal, la persona de abajo.



-¿Ah, sí? ¿en qué se basa para tal afirmación?



-Pues que me indicó que viniera arriba y, al parecer, eso no es correcto.



-Pero si hubiera sido usted quien entendiera mal a la persona de abajo, el resultado sería el mismo, por lo tanto, su argumentación no va expresamente a favor de un mal entendimiento por parte de la persona de abajo.



-Quizás la persona de abajo me informó directamente mal.



-La persona de abajo no puede haberle informado mal.



-¿Porqué no?



-Oiga, esto es la Administración; ¿está poniendo usted en duda su funcionamiento?



-Pues, es una posibilidad.



-Esto no se lo consiento; aquí trabaja gente preparada. Si la persona de abajo fuera informando mal, como usted ha dicho que podría haber hecho, esto estaría lleno de gente que ha venido aquí mal dirigida y, como puede usted ver, sólo está usted.



-¿Y entonces, qué sugiere usted?



-Que usted preguntó erróneamente a la persona de abajo y la persona de abajo, dado que recibió una consulta determinada le indicó que subiera arriba pero si usted le hubiera preguntado adecuadamente, la persona de abajo le habría informado que debía quedarse en la planta de abajo.



-También podría haberme entendido mal, la persona de abajo.



-¿Otra vez con la tesis de que no se ha equivocado usted?



-¿Y porqué no puede haberse equivocado ella?



-No lo sé. Lo mejor sería que usted mismo bajara y hablara sobre la cuestión con la persona de abajo. Ha de bajar igualmente.



-¿Para qué?



-Para presentar la solicitud. Ya le dije que es abajo.



-Y... cuando esté abajo, ¿hacia dónde voy?



-Pregunte a la persona de abajo.



-Y si me dice que suba otra vez...



-Entonces, suba.



-Gracias, ha sido usted muy amable.



-De nada, aunque piense que estas dependencias cierran dentro de un minuto; no creo que le dé tiempo ni a ver a la persona de abajo. ¡Vienen ustedes tan justos de tiempo!




PODI-.

venerdì 14 novembre 2008

primavera en noviembre - KAFKA EN LA ORILLA





Algo de frío mañanero (12,2 grados barceloneses, o sea, algo de fresco pero nada más) pero un sol espléndido ha hecho que durante el día fuera agradable salir a la calle.


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Hoy he desayunado con Kafka Tamura y Nakata; una lectura absorvente. También, como me es costumbre, mirando la foto del meteosat y viendo a través de ella que el día sería despejado. Así pues, me he predispuesto a que para después del trabajo y, habiendo comido, me iría un ratillo con Kafka y Nakata al parque de la Ciutadella si la inclinación del Sol a esa hora hacía agradable la estancia.
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Como cada día, a las 7:30, bicicleta en mano (y pies), me dirijo al trabajo, pasando por ese mismo parque al que pensaba regresar horas después. Atravesándolo, aún pude contemplar los restos de Luna Llena del día anterior.

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Así que comienza la jornada laboral, así que tenemos caida de servidor informático y durante casi una hora no podemos hacer nada. Además de la "servidora caída", la oficina parece haber sido electrificada ya que cada cosa que toco... pliasch!!, un chispazo. Llega un momento que ya puedo intuir cuando se me va a producir un fenómeno de esos de electricidad estática y casi ni me atrevo a tocar nada. Incluso la gente, al tocarnos... pliasch!!. Y es que ahora mismo, por ejemplo, la humedad en la calle es de tan solo un 40 por ciento, que en Barcelona y en otoño, es muy poca.
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Entre pliash y pliash va pasando la mañana y, para no acabarla de forma diferente a como empezó, algunos servicios empiezan a tontear; tontear que quiere decir que no funcionan...
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Pues nada, que una vez comido y como la temperatura es de más de 16 grados, agarro la bici, mi libro y al parque. Me coloco en un banco soleado y empiezo a leer, oyendo al poco los cuartos del reloj campanero que tengo a mis espaldas (antigua capilla militar). El Sol, a pesar de ser tan pronto, va tan bajo que me parece estar contemplando una puesta de Sol a primera hora de la tarde. Cuando veo que ya no dará mucho más de sí y que ya me he saturado un poco de la lectura -de momento-, vuelvo hacia la ciudad, en busca de "bolets", para ser cocinados mañana acompañados de arroz.

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Luego, ya en casa, un poco de limpieza y prepararme la mochila para de aquí a dos días, que haré una salida montserratina.
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podi-.

martedì 4 novembre 2008

Tintín, el preferido de podi



Siempre me gustó esta escena de Tintín, en Stock de Coque: Están el Capitán y Tintín paseando por una calle de una capital europea, por la noche...

CAPITÁN: Es como si yo pensara en... pues no sé... por ejemplo en ese Alcázar que decías antes que desapareció de la circulación hace una eternidad... Bueno, pues, ¿crees tú que por el hecho de haber pensado en él va a surgir tras de una esquina, así, y ¡patapum!?


En ese preciso momento el Capitán recibe un encontronazo frontal con alguien a quien incluso se le cae el sombrero del golpe que se dan.

CAPITÁN: ¡Qué barbaridad! ¡Mire por dónde anda, especie de proyectil teledirigido!

TINTÍN: ¡EL GENERAL ALCÁZAR!

ALCÁZAR: ¡CARAMBA!

TINTÍN: ¡Qué extraordinario! ¡Figúrese que el capitán y yo veníamos hablando de usted.

ALCÁZAR: Ah... ¿de mí...?

TINTÍN: Pues sí señor, de usted... y entonces surge com el diablo de una caja de sorpresa. Es algo inaudito. Pero... ¿qué es de su vida?

ALCÁZAR: ¿Yo...? Pues... bien... Sí, sí... Viajo... Pero... perdonen, tengo ahora mucha prisa. Voy a llegar tarde a una cita... Adiós.

TINTÍN: ¡Oh! ¡Qué lástima! En fin... De todos modos, tome mi dirección. Y a usted, mi general, ¿dónde se le puede localizar?
ALCÁZAR: ¡Ah! Pues... en el hotel ¡ejem...! en el hotel Brístol...

TINTÍN: ¡Ah! En el Brístol. ¿Y cuándo le po...?
ALCÁZAR: Bueno... Y ahora me voy. ¡Adiós, amigos!

TINTÍN: ¡Hasta la vista, mi general!
Y el general Alcázar marcha rápidamente cruzando la calle entre el tráfico, al tiempo que Tintín y el Capitán se dan cuenta de que el general Alcázar ha perdido la cartera e intentan salir en su búsqueda pero no dan con él, ni siquiera yendo al Brístol, donde no tienen a nadie con ese nombre registrado.

podialcázar-.