ESP Hoy perdí 20 euros en el trabajo. No sé ni cómo ni en qué momento ni si realmente están perdidos o si, por el contrario, se trata de un fallo en la tarea de ordenar conceptos cobrados y pagados en cuyo caso acabarían apareciendo.
No es que esté muy preocupado, porque voy a seguir con el ritmo de actividades previstas a pesar de los menos veinte euros que van a figurar durante el resto de mi vida en mi cuenta económica, pero en todo caso es el tema que ocupa mi cabeza desde que salí del trabajo, llegué a casa, comí, fui a la piscina, regresé a casa, vi el correo electrónico y ahora estoy escribiendo éste (antes que post de blog fue e-mail dirigido a muchos destinatarios, amigos, conocidos...).
No obstante, al ir a la piscina en bicicleta me acerqué a la playa, cosa que hago siempre, para dar un vistazo al mar y comprobar que todo seguía en orden, con el agua más allá de la arena. Al llegar, cielo gris-muy gris, mar alborotada y ruidosa, gente mirándolo todo, un grupo de budistas-naranja haciendo cosas para la tele,... y lo que digo, el mar ahí delante.
Y entonces pensé yo, que pienso siempre aunque sea en vanalidades, que si la única forma posible de ver el mar en la vida fuera pagando veinte euros, que seguramente sería un buen precio, no caro para todo "el montaje" que se puede observar. Así que consideré yo que hoy era como si hubiese pagado una entrada por ver el mar y aunque eso no es que me tranquilizara mucho, en todo caso me gustó pensarlo. Luego me fui a la piscina, pensando en dónde estarán los veinte euros porque, hoy por hoy, ver el mar sigue siendo gratis.
podi-.