Leyendo estos días Tokyo blues (Haruki Murakami) me estoy acordando de otro libro que leí hará cosa de unos cuatro años: La montaña mágica, de Thomas Mann.
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Recuerdo que me lo recomendó Armando, un compañero del centro de trabajo donde estaba por entonces y a quien casualmente vi ayer. Nunca oí hablar de ese libro hasta entonces y una vez leído no he dejado ya de oir hablar de él como de un verdadero clásico.
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El protagonista de la La montaña mágica, Hans Castorp, se encuentra en un sanatorio de montaña (enfermedades respiratorias, aguas medicinales,...), en Davos, visitando a un primo suyo, en principio, y quedándose en él una temporada. Estamos en... poco antes de la Primera Guerra Mundial.
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Mientras lo leía, me parecía estar yo mismo en ese entorno, ya que una de las peculiaridades del libro es la descripción minuciosa de no solo el entorno en el que transcurre sinó del propio tiempo transcurrido; de como un minuto puede ocupar varios párrafos, de la descripción tan afinada de los mínimos detalles, que hace comprender perfectamente la evolución de los comportamientos de los diferentes "actores", los cuales van debatiendo sobre diferentes temas, tanto políticos como morales. El autor nos coloca, con sus descripciones, en el punto de vista de su protagonista y nos hace valorar, igual que lo haría el mismo protagonista, la actitud del resto de sus acompañantes.
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No obstante lo dicho, se pasa del invierno al verano y de éste a nuevamente el invierno de una manera muy natural, como la vida misma y sus "parece que fue ayer", a pesar de que cada día contenga 86400 segundos y hayamos vivido cada uno de ellos.
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Leyendo Tokio blues y viendo que Toru Watanabe está leyendo La montaña mágica, le tengo un poco de envidia y un recuerdo entrañable de aquel libro.
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podi-.
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